Dossier de Prensa
El estrés se ceba con los mandos intermedios
— R. Fernández, © Diario Sur (13/03/05)
Contra lo que dicta el tópico, los altos ejecutivos no son los mas estresados. Los directivos que median entre la cúspide y los empleados sufren una doble presión para la que no suelen haber sido formados.
Ingrato, agobiante y sobre todo estresante es como definen numerosos mandos intermedios su día a día. Delante de sus subordinados intentan mantener el tipo como líderes, mientras antes sus superiores deben cumplir órdenes y demostrar que pueden con la presión, siempre con el ojo puesto en el ansiado ascenso.
El resultado de esa doble presión es que, según los expertos en recursos humanos, los mandos intermedios son los profesionales que mas estrés acumulan, por encima de los altos ejecutivos, que son los que tradicionalmente llevan esta etiqueta. Es un colectivo en el que abunda la deserción y motivación. ¿El motivo? El olvido por parte de sus jefes o la antipatía de sus subordinados.
El estrés en los mandos intermedios aparece porque no se sienten ni gallina ni huevo. "En algunos casos, son personas que han ascendido por méritos y a las que de pronto ponen al frente de sus antiguos compañeros" comenta Pedro García, gerente de Standby. En las pequeñas y medianas empresas, ocupan esos indefinidos cargos de "responsable" o "coordinador". En las sociedades de menor tamaño, están al frente de los distintos departamentos (recursos humanos, contabilidad o logística, entre otros).
Funciones indefinidas
Según Juan José López Delgado, psicólogo y socio de Quorum Selección, el mando intermedio está "incomprendido, presionado y realizando una labor en ocasiones sorda y solitaria". A eso se suma la indefinición de sus tareas, porque se le puede acusar tanto de excederse de sus funciones como de no haberse ocupado de una misión en concreto.
Raúl Crespo, jefe de explotación y calidad de Hormigones y Minas, una empresa perteneciente a Financiera y Minera, reconoce que su tarea es difícil, pero cree que puede conseguirse un equilibrio entre una relación satisfactoria con los jefes y otra fluida con los empleados. "Por una parte hay que acatar las instrucciones de arriba y por otra, trasladarla a los trabajadores" opina este directivo, que reconoce que la ansiedad aparece cuando no está autorizado a contar por razones de seguridad determinadas decisiones y los subordinados le preguntan el porqué.
Según Eduardo Harem, director de un curso de gestión departamental de hoteles para mandos intermedios de la escuela Les Roches de Marbella, el secreto para ganarse a los subordinados está en predicar con el ejemplo: "Es raro que la plantilla no este motivada si ve que el primero que cumple con los objetivos es su jefe más inmediato", explica.
Efecto "sándwich"
Harem llama "efecto sándwich" a la sensación que sufren los mandos intermedios de estar atrapados entre el nivel superior y el inferior. Él incide en el problema de la formación, ya que en muchos casos, a estos profesionales nadie les ha enseñado cómo gestionar al personal o incluso la manera de elaborar un presupuesto. "Son un punto clave de la empresa que ha quedado relegado, ya que se ha fomentado mucho la formación para el empleado y una buena preparación para los directivos pero, sin embargo, se han olvidado de ellos", señala.
Y es así como se sienten: poco valorados por parte de la organización, no sólo porque las medallas se las ponen otros, sino porque su bolsillo no suele notar demasiada abundancia. "A veces, lo único que se necesita es una palmadita en la espalda", opina Rosario Barrón, jefe de administración de personal de Alta Gestión Trabajo Temporal.
Uno de los reconocimientos que propone Harem es incluirles en los planes de incentivos. Antonio (prefiere no desvelar su apellido) es un jefe de sección de una firma de distribución malagueña al que nunca han determinado unos objetivos. Tan sólo le daban una cantidad fija y ridícula al año en concepto de prima. Y este año ni eso. "Como a mi me da igual trabajar mucho que poco, intento hacer lo mínimo e irme pronto a casa". Él es un ejemplo de alguien que escaló desde abajo, y que llegado a un nivel, ha perdido totalmente la motivación.